RESEÑAS O RESEÑADORES...
O COMO ABRIR UN BLOG
NO TE CONVIERTE EN CRITICO
Por Athman M Charles
Hace apenas unas
semanas, tuve ocasión de participar en un interesante debate en el
muro de uno de mis contactos en Facebook. El tema era ya viejo y
recurrente, de esos que suelen repetirse de tanto en tanto y sobre
los que siempre terminan vertiéndose las mismas premisas y puntos de
vista, planteando las mismas cuestiones y cerrándose de puro hastío
sin una conclusión final por parte de nadie. Digo lo de
interesante, porque para mí lo es, a pesar de que nunca lleguemos a
ponernos de acuerdo y que cada cual se mantenga anclado en su
parecer, sin aceptar ni hacer concesiones a la opinión del otro.
Resulta curioso comprobar lo difícil que resulta ponerse de acuerdo
en cuestiones tan simples, tan cotidianas y que por absurdo que
parezca, tan conflictivas como la que hoy os quiero exponer: El
fantabuloso mundo de las reseñas literarias.
El calvo que
suscribe estas líneas, servidor de ustedes, lleva ya unos cuantos
añitos metido en esto de las reseñas y me resulta bastante chocante
la cantidad de leyendas, mentiras, medias verdades, confusiones,
odios, manías y mala leche que puede generar algo tan simple como el
abrir un blog donde uno, porque le da la realísima gana, decide dar
su opinión sobre aquello que lee. Desde el momento en que esa
opinión sale de tu círculo de amigos íntimos y queda colgada en la
red, te arriesgas a que tus gustos, tu criterio e incluso tu
persona, sean descalificados, insultados, despreciados, criticados y
vapuleados , directa o indirectamente.
Desde el crítico
profesional que se siente ofendido por el hecho de que un mindundi
como tú, sin carrera ni oficio, se atreva a hablar de literatura,
hasta el autor molesto por una mala reseña que se encabrona contigo
y te dice que tienes un criterio de mierda y que eres incapaz de
apreciar una buena novela aunque esta te saltase a los morros, la
editorial que se mosquea porque considera que le estás dando mala
imagen o incluso tus propios lectores, que te acusan de todo lo
contrario, de que no metes la caña necesaria y eres demasiado blando
y magnánimo con algunas lecturas a las que deberías quemar y poner
en la picota. Veamos…
En primer lugar,
quisiera dejar clara una cosa: Un reseñador NO es necesariamente un
crítico. De hecho, en la mayoría de ocasiones, somos simples
lectores (curtidos en el hábito y con muchos libros a las espaldas,
eso sí), que nos limitamos a dar una opinión personal e
intransferible sobre aquello que hemos leído. Lo que nos ha
parecido, lo que nos ha hecho sentir, lo mucho o poco que nos ha
gustado. Y ya. Podemos entrar en cuestiones de estilo, de ortografía,
de funcionalidad narrativa, de diseño, por supuesto. Pero no somos
críticos. Ni tenemos la formación necesaria, ni es algo que
realmente nos preocupe. Desde luego, nada más lejos de mi intención
en meterme en semejantes berenjenales, que por una parte me vienen
muy grandes y por otra, no me interesan en absoluto. Y es que hay
que tener muy claro la diferencia entre un reseñador y un crítico.
Este último goza de unos conocimientos concretos, de una formación
adecuada a sus funciones y su tarea difiere de la del reseñador.
Estilo, construcciones gramaticales, intencionalidad, metodología,
interpretación, etc… Un acercamiento técnico, objetivo,
imparcial, más en sintonía con las formas y el oficio, con el
análisis concienzudo, con el buscar los cómo y los porqués, que en
hablar de la historia en sí misma.
Un reseñador es
aquel que tras haber creado el blog de turno, va colgando pequeñas
entradas hablando de sus lecturas, siempre desde un punto de vista
subjetivo, de un modo muy cercano, con artículos en los que destaca
su propia personalidad a la hora de tratar el tema en cuestión y
siempre como parte implicada, condicionado por sus propios gustos
personales, sus preferencias, sus manías y su criterio particular.
El que a mí una obra me haya parecido maravillosa no significa que
el vecino de enfrente tenga que estar de acuerdo con ello. Según su
propio punto de vista, para él puede ser una mierda tamaño King
Size... Y no pasa nada. Insisto: Gustos particulares, opiniones
personales. Y no hay más. Por supuesto, un reseñador siempre
deberá defender su postura con argumentos, razonando las causas y
explicando los motivos por los que recomienda tal obra o reniega de
esa otra. Argumentos basados, como no me cansaré de repetir, en sus
propios gustos, sus experiencias, su bagaje lector y mil cosas más
que pueden ser relevantes o no para cualquier otro, pero que sí lo
son para él.
Otra cosa que me
gustaría discutir, es la reiterada acusación de que la mayoría de
reseñadores estamos vendidos a las editoriales. Ellas nos mandan
ejemplares de prensa y nosotros, a cambio, les hacemos una reseña
que siempre ha de ser positiva. No vas a morder la mano que te da de
comer, ¿verdad? Pues error, señores. Aunque supongo que de todo
habrá en la viña del Señor, me consta que la mayoría de los que
dedicamos nuestro tiempo libre a esto de reseñar, somos honestos. Si
una novela es un truño, lo es y punto. Un reseñador experimentado
sabe que ni se hacen halagos exagerados, ni se ceba uno yendo a hacer
sangre. Ni tanto ni tan calvo. Difícil resulta encontrar una novela,
por mala que sea, de la que no se pueda sacar algo positivo. Tú
dices lo que hay, expones lo evidente, pero jamás omites aquello que
se pueda salvar y que vale la pena rescatar. Y a la inversa, no hay
novela tan buena que no tenga algo que mejorar, error que resolver o
traba que comentar, siempre de manera constructiva y con la mejor
intención del mundo. Os recuerdo que antes que reseñadores, somos
lectores. Y como tales, lo que queremos es disfrutar de una buena
lectura. Ello significa que flaco favor nos hacemos si obviamos
aquello que se puede mejorar o nos empeñamos en no ver aquel
diamante en bruto que no ha terminado de funcionar, pero que apunta
maneras si sigue puliéndose…
Las editoriales nos ofrecen ejemplares de prensa. ¡Libros por la
patilla! Pues si, por supuesto. ¿Os extraña? Echad un ojo a todas
la cantidad de sellos que existen en nuestro país. Ahora contad
cuantos títulos sacan a la venta cada mes. ¿Cómo podría nadie
estar al día en cuanto a novedades, en reseñar el libro del
momento, en promocionar aquello que cree que vale la pena, si no
fuera de este modo? ¿No lo hacen acaso los videogamers o los
blogs de cine? Yo compro libros. Cantidades ingentes de libros. Y soy
socio de la biblioteca. Y también intercambio con colegas y
familiares. Así, a bote pronto, mi biblioteca personal debe rondar
sobre los 3000 ejemplares, más los que voy cediendo a bibliotecas,
regalando o metiendo en cajas en el trastero… Y os puedo asegurar
que apenas un veinte por ciento de ellos, me han llegado por mi cara
bonita. El que crea que por abrir un blog va a convertirse en socio
VIP de Correos, de tantos paquetes que va a recibir, no tiene ni
puñetera idea de lo que está hablando. Esto es tan sencillo como
entender que cuando una editorial accede a mandarte material para tu
web, es porque le compensa en forma de publicidad y si además,
consigue una buena reseña, pues doble satisfacción para ambos.
¿Recordáis aquello de la simbiosis? Pues eso… Jamás me he
cortado de hacer una reseña negativa si el libro no me ha dejado
satisfecho. No soy de los que van a cuchillo y me limito a dejar
constancia de aquello que no me ha gustado o convencido, haciendo
hincapié en lo que si lo ha hecho, sea mucho o poco. Y puedo afirmar
que después de tantos años, tan solo una editorial dejó de tener
tratos conmigo por ello. La mayoría, por no decir todas, son
conscientes de que no todo lo que sacan es tan bueno, de que hay
obras y obras y de que si tú no eres honesto, flaco favor les haces
a ellos y a tu propio blog, ya que los lectores no son tontos y si
resulta evidente que no eres sincero, dejan de leerte, punto. Tan
simple como el crearte una reputación. Si es buena, la gente confía
en ti. Si es mala, tu blog chapará en menos que canta un gallo. No
hay más secreto.
Réplicas,
preguntas, insultos y amenazas, a un servidor.
Athman M Charles
El Bunker
Los lunes de 17.30 a 19.00 en Radio Ritmo Getafe y siempre en el podcast.
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