LA COLA DEL CINE... ESE MUNDO.
Por Juan Vicente Briega
La vida está llena de momentos que nos
pasan desapercibidos, momentos insignificantes que sin darnos cuenta
nos definen muy bien como personas humanas que somos, la vida está
llena de esos momentos vacíos a los que no prestamos atención pero
que lo son todo. Uno de esos momentos son las colas que hacemos para
comprar las entradas del cine, a simple vista un acto inocuo y sin
relevancia pero cargado de significado; no os penséis que voy a
clasificar a la sociedad actual basándome en los diferentes
prototipos sociales que se pueden encontrar en la cola del cine, de
eso nada, lo mío es mucho más simple, yo voy hablar de la gente en
la cola del cine, sin más pretensión que haceros soltar una sonrisa
mal dibujada en vuestro aburrido rostro iluminado por la pantalla del
ordenador a las tantas de la madrugada de vuestra solitaria vida (lo
último es broma, pero me he dejado llevar por la efusividad autoral
del momento).
Sin saberlo la taquillera o taquillero
del cine es espectador habitual de cientos de situaciones diarias que
canjea por una entrada de cine y una mísera donación de casi 10
euretes de nada ¿qué le regalamos a ella? discusiones, historias de
cómo hemos llegado hasta allí, compras involuntarias porque "en
realidad yo no quería ver esa" y mil historias más ¿y qué
nos regala ella? la posibilidad de olvidar el mundo durante un mínimo
de dos horas y zambullirnos de lleno en la placentera experiencia de
ver una película en una sala oscura, con la paz y tranquilidad que
ello conlleva. Pero eso la taquillera de turno ni lo sabe ni le
importa, ella nos coloca las entradas para la último de Michael Bay
mientras ojea el WhatsApp y queda con una amiga para después de
trabajar. No observa, no se deleita con el paisaje digno de John
Waters que cada día desfila ante ella, pues avisadla, que lea esto
rápido y así desde mañana mirará el mundo con otros ojos.
Pongámonos en situación: Sábado,
22:00 horas, la entrada de un cine cualquiera está a rebosar, antes
de entrar Manolo, el marido de Puri, la que va cargada con tres
niños, una abuela y un "cuñao", apura su Winston y lo
tira al suelo a medio apagar. La familia al completo ha salido a
cenar y han decidido culminar la noche yendo a ver esa películita
con la que los niños llevan dos meses dando la tabarra, una de
Dreamworks sobre animales mal dibujados que cantan y bailan como
idiotas. Les toca el turno y mientras Manolo paga el cansino "cuñao"
le cuenta que le han ascendido mientras al pobre padre de familia
están apunto de echarle tras un E.R.E., la mami con los niños a
rrastras y la abuela que se mea. Y ¡compra las palomitas Manolo que
si no, mal asunto!
No muy detrás de ellos entran la Jenny
y el Christian, ella con mayas rosa chillón, él con una camisa
abrochada hasta el punto exacto para poder enseñar el colgante de
oro (falso) del que tanto vacila. Miran los carteles y se ríen de
las películas de autor mientras alucinan con la última
superproducción americana de explosiones y persecuciones chorra,
aunque les da igual, una vez se apaguen las luces se van a sobar un
rato y a reir como borregos el resto del metraje. Al final acaban
entrando a ver una de Bertolucci pensando que ¿ese no era el de
"Soldado universal"?
Por delante de ellos, con paso firme y
decidido llega a la cola Luis, con su novia; este sí que sabe bien
lo que quiere ver, lleva dos meses esperando la última de Wes
Anderson, se ha leído la ficha de IMDB, ha comprobado los horarios
diez mil veces y ha cenado lo suficientemente rápido para no parecer
ansioso pero tampoco llegar tarde. Llega a la taquilla y su voz es
firme, lo pide rápido, toda una estrategia preparada a sus espaldas;
y ya con las entradas y la novia en mano a la sala de cabeza.
Por ahí vienen Jorge y sus amigos
porque ¿es que nadie va a pensar en los frikis like me? por
supuesto, ellos son la sal de la vida. Hace dos años que vieron el
primer avance del teaser trailer de la película que van a ver hoy y
se emocionaron, lo publicaron en sus respectivos blogs y desde aquel
día glorioso cada nuevo póster o noticia sobre la nueva entrega de
la saga que culmina con la entrega que van a ver esta noche les
llenaba de orgullo y satisfacción. Se han tirado toda la cena
citando frases míticas y relamidas de films anteriores del director
y sí, tan cierto como que estoy hoy aquí, van disfrazados de
personaje del film, ya sea este Hobbit, orco o Na´vi. Estos no hacen
cola, hace casi tres meses que tienen las entradas y las sacan de la
cartera como si fuese el billete dorado de Willy Wonka.
Y ya, casi al final de la cola está la
pareja de mediana edad, que ha salido a cenar para revitalizar su
relación y tener un poco de aventura pero que después de una cena
aburrida se dan cuenta de que de aventuras nada y que lo más
emocionante que van hacer es ver una película un Sábado por la
noche. Estos van a tientas., ojean la sinopsis en dos minutos en su
móvil y dudan entre reírse un rato con la última de Jennifer
Aniston o ver "esa película de autor que tan bien pone todo el
mundo". Cuando les toca preguntan a la taquillera que qué vería
ella, a esta se la suda. Al final entran a ver la última de Jennifer
Aniston, se pegan cuatro risas y vuelven a casa hablando de que
Joselito, el hijo se esconde el tabaco en la mochila cuando no miran.
¿Que dónde estoy yo? Pues a un lado,
con las entradas compradas en el cajero y fumando como un descosido,
pegando las orejas a conversaciones ajenas, con mi novia molesta al
lado porque odia que haga eso, pero mi cotilla interior no puede
evitar hacerlo y contároslo luego, para vuestro goce y disfrute.
Juan Vicente Briega, Creador de
Microcríticas.
--El Bunker
Los lunes de 17.30 a 19.00 en Radio Ritmo Getafe y siempre en el podcast.
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