SOBRE
NIKOLA TESLA
Por Miguel Ángel Delgado
Si
a eso añadimos que, desde una sentencia del Tribunal Supremo de
Estados Unidos de 1943, que declaró probado que Marconi había
pirateado toda una serie de patentes suyas en sus investigaciones
para la transmisión de energía de manera inalámbrica, Tesla es
considerado como el verdadero padre de la radio, o que en 1898 hizo
la primera demostración pública de un pequeño barco guiado por
control remoto, empezaremos a hacernos una imagen más certera de su
gran y verdadera talla.
Si,
finalmente, tenemos en cuenta que es considerado predecesor de
tecnologías como los Rayos X o el radar, que en 1900 ya alertaba
sobre la escasez de los recursos fósiles y la necesidad de buscar
otras fuentes de energía alternativas como la eólica o la solar,
tendremos casi el mapa completo.
Entonces,
¿por qué este personaje tan importante apenas es conocido por el
gran público? Ésa es la primera pregunta que asalta a quien se
encuentra por primera vez con su nombre. Porque sí, ésa es la
expresión correcta: "encontrarse". Normalmente, uno se
topa con Tesla en la búsqueda de otra cosa que no tiene que ver con
él. Y por supuesto, eso me pasó a mí. Ya se me había asomado en
obras como "El palacio de la luna" de Paul Auster o en una
película como "El truco final", de Christopher Nolan,
donde David Bowie componía un Tesla (un tanto improbable, todo hay
que decirlo).
Fue
sentir ese aguijón y querer saber más. Y entonces, en un asombro,
vas viendo cómo Tesla comienza a aparecer por los sitios más
insospechados: en más libros (Thomas Pynchon, Jean Echenoz...),
videojuegos, óperas, cómics, canciones, instalaciones artísticas...
Incluso en textos turísticos sobre Nueva York o Croacia, o en el
mismo nombre del aeropuerto de Belgrado (Aeropuerto Internacional
Nikola Tesla). Y quizá sea eso lo más sorprendente, que la
recuperación de su nombre ha venido antes de terrenos aparentemente
tan poco científicos como los de la cultura pop.
Y
eso, en gran parte, porque el personaje de Tesla contiene, en su
interior, gran parte de los clichés con los que nos asomamos, aún
en nuestros días, a la figura de los científicos y los inventores.
Cabe pensar, incluso, si gran parte del origen de esos mismos clichés
no residirá en el propio Tesla: un genio lo mismo capaz de salvar a
la humanidad que de destruir el planeta con algún invento loco,
sumamente atractivo (pensemos en un elegante serbocroata de dos
metros de altura, modales extremadamente elegantes y calculada
coquetería), con una inteligencia sobrenatural (capaz de reproducir
en su cabeza experimentos y máquinas enteras, que más tarde ponía
sobre el papel) y asaltado por todo un ramillete de fobias y
problemas mentales que afectaban muy seriamente a su sociabilidad
(imposibilidad de dar la mano por una extrema obsesión por la
higiene, manía compulsiva por los números 3 y 13, repulsión hacia
los pendientes en las mujeres, visiones de flashes y luces, visión
de personas imaginadas tan reales para él como el resto, etc.).
Hacía
demasiado tiempo que la figura de Tesla estaba siendo carnaza para
cualquier teoría conspiranoica o de excesiva exaltación de su
figura, como si sus seguidores pretendiesen compensar su olvido
llevando su nombre a extremos simplemente ridículos. Y lo más
curioso era que en España faltaban textos de referencia para ayudar
a comprender el personaje. La editora de Turner puso una primera
piedra para que eso empezara a cambiar con la publicación de "Nikola
Tesla. El genio al que le robaron la luz" (2009), una de las
biografías teslianas de referencia, firmada por Margaret Cheney. En
2011 me encargó "Yo y la energía", un texto más centrado
en la necesidad de dar a conocer a Tesla al público español de la
segunda década del siglo XXI, y que combinaba un largo ensayo
introductorio que fijaba su importancia en la cultura popular, junto
a dos largos textos que marcaban su peso como figura icónica de los
dos últimos siglos: "Mis inventos", una autobiografía que
es referencia en la construcción de su mito, y "El problema de
aumentar la energía humana", que fijaba su estatura como
científico y visionario del mundo por llegar.
Con
el recientemente aparecido "Firmado: Nikola Tesla",
terminamos de trazar el recorrido por un personaje, en realidad, casi
inabarcable. El volumen recoge cartas y artículos escritos por él,
que permiten asomarse al Tesla más humano, con todas sus
contradicciones, con afirmaciones que nos sacan la sonrisa y otras
que nos sumen en una cierta tristeza al comprobar el deterioro de su
mente en los últimos años. Pero me atrevería a decir que traza,
también, la visión más tierna y cercana de alguien que, con todos
sus defectos y virtudes, fue en cierto modo irrepetible.
Si
algo tendría que quedar de última impresión en torno a Tesla, es
su capacidad para transmitir una ilusión y una fe sin límites en el
progreso como vía para mejorar a la humanidad. Y aunque quizá nunca
sepamos si su sueño de un mundo inalámbrico, en el que la energía
se transmitiera de modo casi gratuito a todo el mundo, era viable, lo
cierto es que seguirá fascinándonos.
--
El Bunker
Los lunes de 17.30 a 19.00 en Radio Ritmo Getafe y siempre en el podcast.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Hola, superviviente!
Deja tu localización y tu estado para que podamos ir a recogerte cuánto antes...
Mientras llegamos, disfruta del blog