FORJADORES DE SUEÑOS
Por Ana Coto Fernández
Los libros deberían de ser forjadores
de sueños, donde los más pequeños puedan sumergirse sintiéndose
los héroes o las heroínas de las historias, y donde el desenlace
final sea dulce o, como mucho, agridulce. Pero, sobre todo, tienen
que ser un medio de trasmitir una enseñanza, una moraleja. Algo que
les permita aprender sin darse cuenta, que les haga pensar, razonar
y, con el tiempo, que lleguen a aplicar lo que han aprendido en su
día a día. El problema, no obstante, viene a la hora de fusionar
una historia atrayente a sus ojos, que además tenga esos
ingredientes que consideramos imprescindibles.
A veces, los adultos nos empeñamos en
elegir las lecturas de los más peques para el cole o para casa, sin
tener en cuenta sus gustos. Y el resultado, al final, es de lo más
decorativo si de adornar estanterías se trata. No es cuestión de
darles carta blanca a la hora de elegir sus libros, no, solo que
tengan alguna posibilidad de elección dentro del abanico de lecturas
adaptadas a su edad.
En mi opinión los libros para niños
son los más difíciles de escribir. El porqué es muy sencillo: los
niños son los lectores más exigentes. Si no se sienten atrapados
desde la primera página, su interés descenderá hasta que al final
desaparezca, dejando decenas de libros en el olvido.
Las portadas de los libros hacen su
función, claro que sí. Tienen que ser el cebo que les atraiga, que
les pique la curiosidad. Sin embargo, es insuficiente sin nada más.
Todos recordamos muchos de los libros
que nos obligaron a leer en las aulas. Libros que no habríamos leído
de haber podido elegir. Libros que en algunos casos empañaron
nuestro futuro gusto por la lectura. Leer requiere una dosis de
concentración, tiempo, asimilación de contenidos que se llevará a
cabo con más agrado si nos sentimos mínimamente atraídos por el
contenido. Los niños, no son menos.
¿Qué ocurre cuando son las
editoriales quienes deciden qué deben o no leer nuestros hijos, o
cuando permitimos que sean otros quienes antepongan sus propios
intereses? El resultado es que inclinamos la balanza para el lado
equivocado.
El amor por la lectura no se puede
imponer. Surge, cuando esa personita que está al otro lado se
sumerge entre las páginas de un libro y llega a sentirse como parte
de la historia disfrutándola. Los niños están predispuestos a ser
sorprendidos, a que su imaginación vuele con libertad, y por eso es
aún más importante no defraudarles. Sembrar, cultivar y abonar su
gusto por la lectura está en nuestras manos, al igual que el hecho
de poner a su alcance libros interesantes e instructivos. De nosotros
depende ayudar a que se forjen con solidez los cimientos de las
personas que llegarán a ser en un futuro, y que su mente florezca
fuerte y sana.
Ana Coto es escritora
y editora de Palabras de Agua
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El Bunker
Los lunes de 17.30 a 19.00 en Radio Ritmo Getafe y siempre en el podcast. Cosas que molan en La Trastienda Z
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