Las cadenas del lobo II
Era
medianoche y volvía a casa por el parque. De repente, sentí que se
me erizaba la piel del cuello. Un ruido a mi espalda y una
respiración muy fuerte. Comencé a andar más rápido, sin correr,
para poner tierra entre el ruido y yo.
Después
de una carrera de unos minutos, paré porque ya me sentía a salvo.
Estaba cerca de la salida del parque y podía oír los coches
circular. Cuando ya pensaba que me había librado, volví a oír ese
ruido. Esta vez delante y encima, entre las ramas de los árboles.
No me
atreví a mirar y salí corriendo. La puerta del parque estaba a tan
solo 100 metros...Ahora a 90 metros... A 85 metros... A 70... No
llegué.
Un ser,
de unos dos metros de alto, me golpeó y me lanzó lejos de la
puerta. Choqué contra un árbol que se fracturó. Sentí que el
golpe me rompía un par de costillas y escupí sangre. Estaba oscuro
así que no pude reconocer a mi atacante. Por su fuerza, debía ser
enorme. E inhumano.
Me
incorporé como pude y puede ver que se escabullía entre las
sombras. Era realmente enorme. Oí un aullido tremendo y cerré los
ojos, rezando. No podía decidir si quería morir rápido o que
alguien me salvase. Solo quería que todo acabara.
Pude ver
la puerta del parque y me lancé en esa dirección. Tropecé con un
árbol y caí sobre mi móvil, destrozándolo. 'Estupendo' pensé,
maldiciendo en todas las lenguas que conocía. Pude oír como ese
monstruo me volvía a perseguir. Seguí corriendo hasta que me
volvió a emboscar.
Me puse
de rodillas y supliqué. Mi vejiga se vació. Se acercó a mí y
llevó su boca a la altura de mi cara. El intenso y repugnante olor
de su aliento me dio arcadas. Era una mezcla de basura, carne
cruda...Abrió su boca y mostró sus colmillos.
Un dolor
tremendo recorrió todo mi cuerpo. La sangre caía en cascada por mi
cuello. Esa criatura peluda huyó y yo caí desmayado. Mi último
pensamiento: 'no quiero morir'.
Me
desperté sudando en mi cama. Con las sabanas desgarradas y sin un
rasguño. Era muy raro.
De nuevo
volví al presente. El lobo de mi espejo me hizo un gesto hacia la
ventana. La nube se estaba separando de la Luna. Me iba volver a
transformar.
Cuando
los primeros rayos de Luna tocaron mi cuerpo sentí un intenso dolor,
mi cuerpo se arqueó y se estiró mi piel. Me llevé las manos a la
cabeza mientras mis uñas crecían. Las clavé en el cuello, para que
cesara el dolor. Rasgué mi piel y gotas de sangre cayeron sobre el
suelo.
Mientras,
mis piernas se doblaron por las corvas hacia atrás y empezó a salir
pelo de todo mi cuerpo. El crecimiento del pelo hacía que me picara
toda la piel y me arañaba, queriendo acabar con esa horrible
sensación
Mis boca
se hizo más alargada y surgieron un montón de colmillos. Mis orejas
se desplazaron muy dolorosamente a lo alto de mi cabeza y se hicieron
puntiagudas. Las nariz se hizo más pequeña y mis dedos se arquearon
y se convirtieron en garras.
Me di la
vuelta y corrí hacia la ventana... Salté y el cristal estalló a mi
alrededor, creando una lluvia de cristalitos. Llegué al otro
edificio y escalé. Hasta la cima.
Allí,
encima de la torre, como si fuese la más alta montaña, aullé.
Perdí mis últimos rastros de humanidad y aullé. Aullé por la
tristeza de mi maldición. Aullé por rabia. Aullé a la Luna.
Ángel G Ropero
--El Bunker
Los lunes de 17.30 a 19.00 en Radio Ritmo Getafe y siempre en el podcast.
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