'EL TIEMPO
EN SUS MANOS'
Quién
pudiera tener todo el tiempo del mundo
En 1960
se estrenó la primera adaptación de La Máquina del Tiempo,
opera prima de H. G. Welles y, para muchos, la mejor de ellas. Más
adelante se rodarían otras versiones de esta historia, publicada en
1895, primera que trata la posibilidad de los viajes en la llamada
'Cuarta Dimensión', el tiempo. Pero ninguna tan interesante como
esta.
Desde
siempre, en el cine se han podido ver adaptaciones de las obras de
Welles. Una de las primeras, muy conocida y respetada, es La isla
de las almas perdidas (1932).
Aunque hubo otras antes, esta es de las más destacadas, porque se
considera la mejor adaptación de la novela La isla del
doctor Moreau (1896). Cuenta la
historia del loco doctor Moreau que se dedica a la ingeniería
genética, expresión que aun no existía, en su isla privada.
Welles
fue un visionario y, como padre de la Ciencia ficción, tuvo grandes
ideas. Si a Julio Verne se le ocurrió el viaje a la luna, el
británico trataría la guerra química láser en La Guerra de los
Mundos (1898), la ingeniería
genética en La isla del Doctor Moreau
y el tema que tratamos, la posibilidad del viaje en el tiempo.
Pero La
máquina del tiempo no es la primera donde se habla de este tema.
Aproximadamente en 1894, publicó Los eternos argonautas.
A petición de la revista National Observer reformó
esa historia y publicó la novela que fue un gran éxito.
Dirigida
por George Pal y protagonizada por Rod Taylor, Alan Young e Yvette
Mimieux, El tiempo en sus manos
(Time Machine)
cuenta como George Wells (Rod Taylor) construye una máquina del
tiempo y se lanza al futuro tras mostrársela a sus amigos,
compañeros de tertulia y de cigarros de una típica reunión de la
época victoriana. George es un joven soñador, desencantado con el
mundo en el que vive. Prefiere vivir en el futuro, que le fascina,
pues cree que el mundo llegará a su plenitud.
Esta
película ganó el Oscar a los Mejores Efectos Especiales muy
avanzados para la época. Y, a diferencia de las películas actuales,
no es el único aliciente para verla, pues la historia es buena y
está bien contada.
El efecto
del paso del tiempo acelerado se consigue de una forma muy
interesante. Por ejemplo con una cosa que no aparece en la novela,
pero que es perfecto para simbolizar cómo pasan los años. Se enseña
cómo cambia la moda a través de un maniquí de una tienda. Dentro
de esto, también encontramos el proceso de maduración de una
manzana, los pasos de los días, cómo se abren y se cierran las
flores... Todo muy natural y muy bello.
Esta
película destaca porque cambia casi totalmente la historia, sobre
todo el final, que no tiene nada que ver con lo que H.G. Welles
escribió. Al menos la teoría antibelicista se mantiene y lo hace de
una forma muy bella y muy tierna. Cuando George se lanza al futuro,
la primera vez llega a 1917, donde se encuentra al hijo de su amigo
en medio de la I Guerra Mundial. En segundo lugar, aparece en 1940,
durante la Segunda. Y al final, en 1966, se encuentra con la III
Guera Mundial. El pobre hombre se va de su tiempo huyendo de la
guerra y de la destructiva humanidad y solo se encuentra más guerra
y destrucción. Por eso, finalmente da el salto a 802.701.
A pesar de los cambios, es una buena
película de aventuras, con un buen guión, y unas líneas muy
inteligentes como '¿Volverá algún día?' 'No podemos
saberlo. Él tiene todo el tiempo del mundo'.
Describe muy bien lo que H.G. Welles vaticinaba: lo que hagamos hoy
condicionará el futuro. Y estas guerras, tanta destrucción solo nos
lleva a ser cada vez menos humanos.
Ángel G Ropero
--El Bunker
Los lunes de 17.30 a 19.00 en Radio Ritmo Getafe y siempre en el podcast.
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